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  • La selectividad alimentaria es la parte visible de los desórdenes de alimentación en el autismo.

  • La parte invisible pasa desapercibida en infinidad de casos

 

La selectividad alimentaria es común en el autismo, niños, adolescentes y adultos que rechazan alguno o varios alimentos y presentan diferentes formas de manifestar ese rechazo.

Durante años los desórdenes de alimentación se asociaron a los llamados PICKY EATERS, niños que apenas comen, que rechazan todo, que sus dietas contienen apenas 2 o 3 alimentos, niños y niñas extremadamente delgados, pero no todo es así, el porcentaje de PICKY EATERS abarca apenas entre un 15% – 20% y distintos grados de afectación.

Ahora bien, en el caso de la selectividad alimentaria el porcentaje es elevadísimo. ¿Pero, sabemos qué es realmente?

 

¿Qué es la selectividad alimentaria en el autismo?

 

Se entiende por selectividad alimentaria en el autismo cuando se presentan conductas de evitación o rechazo ante determinados alimentos, o ante alimentos preparados de una forma determinada. Es decir, puede comer filete de pollo empanado pero rechaza cualquier otra forma de preparación del pollo.

Su causa siempre es múltiple, es decir, no hay un solo factor. Pueden combinarse aspectos sensoriales (El color, la textura, temperatura, olor, …), y factores cognitivos, como la rigidez. Me gusta el arroz y los guisantes, pero si los mezclan ya no los quiero. Es decir, no es una cuestión unicamente sensorial, sino de aspectos cognitivos como la rigidez, inflexibilidad o problemas en el procesamiento conjunto, tanto a nivel sensorial como cognitivo, lo que algunos especialistas denominan la inteligencia sensorial.

 

Consecuencias de la selectividad alimentaria en el autismo

 

Es habitual que la selectividad alimentaria en el autismo se aborde desde un modelo puramente conductual, ya que lo que se observa es una conducta y se tiende a abordarlo desde la conducta, de forma concreta. Lo que no suele entender mucha gente es que la conducta es la consecuencia, la manifestación o síntoma de un detonante. Y ese detonante no es conductual, por tanto se aborda la consecuencia sin tocarse el origen.

Y tampoco es única y exclusivamente sensorial, hay factores cognitivos implicados también y que actúan de forma simultánea, y todo esto también provoca traumas, que tampoco se resuelven desde una terapia conductual destinada a ese fin concreto.

Este fallo en el abordaje va a generar otros problemas, que en muchas ocasiones siguen en la parte sumergida del iceberg, pero que pueden generalizarse a otras situaciones. Tenemos por tanto a niños con una alimentación no balanceada y con una intervención que aborda de manera errónea los problemas.

 

Los problemas resultantes de la selectividad alimentaria en el autismo

 

A parte de dietas restrictivas, hay muchos casos donde el niño o niña ingiere una amplia variedad de alimentos pero en muchos casos cuando se ofrece un alimento nuevo se sigue rechazando.

Las familias refieren a que come lo que quiere, pueden comer mucha cantidad, incluso tener sobrepeso, pero nosotros no hablamos de cantidad hablamos de variedad, de que su dieta esté compuesta por todos los grupos alimenticios, en resumen que tengan una alimentación equilibrada, y, que si un día el famoso brócoli que ya come se presenta de otra forma, aunque se lo coma después en el mejor de los casos, antes habrá preguntado, ¿por qué esto así?

Y esto no es raro, nosotros lo vemos normal. Si tenemos claro que de pequeños alinean sus juguetes, que les encanta clasificar, que necesitan tener todo ordenado y planificado; en la alimentación pasa igual, pero nadie parece entenderlo. Es el momento de comer y es el único momento del día en que parece ser que el autismo debe ser eliminado de cuajo para que haga lo mismo que el resto, sea de la familia, sea de compañeros de colegio o instituto, sea en donde sea. ¿Curioso verdad?

Insistimos, tal y como venimos haciendo desde hace años, que la ALIMENTACIÓN es esa GRAN OLVIDADA.

Lo que llama la atención es esa reticencia a que el pollo se presente solo empanado, las patatas solo fritas y no asadas, que las verduras se cocinen a la parrilla y no al vapor, que el pescado solo lo tolere transformado en albóndigas y no en papillote, por ejemplo. Esa es la parte visible pero detrás de estas predilecciones hay mucho, como por ejemplo, problemas sensoriales, de comunicación, de rigidez cognitiva, de malos recuerdos o traumas previos, y un larguísimo etcétera.

Nuestra vivencia es que día a día nos llegan casos que han tenido muy claro que el niño necesita apoyos en la escuela, que el niño o niña tiene que escribir, tiene que aprender a leer y a comprender, habilidades sociales, que el niño tiene que HABLAR. Hablar es la gran preocupación sin duda alguna y lo entendemos pero, ¿y la alimentación?

 

Abordaje erróneos o inexistentes en la selectividad alimentaria en el autismo

 

El 90% de los casos que nos han llegado jamás realizó un Programa de Alimentación anteriormente, se basaron en terapias de lenguaje, terapias conductuales principalmente y un 30% terapias con animales. Pero la alimentación se dejó, “ya comerá”, “no podemos con todo”, “no encontramos ningún especialista”, “tampoco come tan mal”…etc.

El 10% que sí realizó algún tipo de Programa no fue exitoso y en casi todos los casos el costo fue muy elevado.

 

Costos físicos y psicológicos de intervenciones erróneas

 

Luego vemos también la factura que se cobra el no haber realizado ningún abordaje de la alimentación o, peor aún, de haberlo hecho mal. A parte de los déficits nutricionales que sufre el niño o niña que continúa en todas las etapas de su vida teniendo que tomar suplementos farmacéuticos para intentar equilibrar dichas carencias, son los traumas. La cantidad de niños y niñas traumados es alarmante. Pero casi nadie parece prestarle atención y eso es preocupante y mucho.

Si bien no se percibe en la etapa infantil se notará con fuerza en la adolescencia, si no en la vida adulta pero cuando esa persona pueda comunicar cómo se siente y qué piensa de la comida te dirá cosas como “el peor momento del día”, “no tengo ganas de alimentarme” o “estoy cansado de comer”.

 

La importancia de un abordaje integral de los desórdenes de alimentación el el autismo

 

Desde Cocina Adaptada seguiremos insistiendo en la alimentación de las personas con autismo, en la necesidad de abordarla de forma integral, de realizar programas periódicos para que el niño o niña que el día de mañana será adolescente y tiempo después adulto pueda tener una buena calidad de vida. Y una vez bien comido, ya vemos qué más terapias son necesarias para que avance, para dotarle de herramientas para la vida, para convertirse en una persona íntegra, pero bien alimentada.

Al final, como dijo el sabio Ludwig Feuerbach «Somos lo que comemos»

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