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Introducción

En los últimos años, la investigación ha puesto el foco en la relación entre inflamación crónica y autismo. No hablamos de la inflamación aguda y puntual que aparece cuando el cuerpo se defiende, sino de una inflamación de bajo grado y persistente que puede afectar a la salud digestiva, el sistema nervioso y el bienestar general.

Cada vez hay más evidencias de que la alimentación y la microbiota intestinal influyen en estos procesos, modulando tanto la respuesta inmune como la calidad de vida en el día a día.

Qué dice la ciencia sobre inflamación y autismo

 

  • Citoquinas y severidad de síntomas
    Un meta-análisis reciente encontró que niños y adultos autistas presentan niveles elevados de citoquinas proinflamatorias, y que estos valores se correlacionan con la severidad clínica de los síntomas (Kou et al., 2021).

  • Microbiota y metabolitos
    La microbiota intestinal produce ácidos grasos de cadena corta (SCFA), clave en la regulación inmune y cerebral. Alteraciones en la producción de SCFA se han asociado a cambios en el neurodesarrollo y la conducta (Wang et al., 2022).

  • Diversidad bacteriana reducida
    Diferentes estudios han mostrado que las personas autistas presentan perfiles de microbiota con menor diversidad, lo que puede favorecer estados inflamatorios (Fattorusso et al., 2020; Vuong & Hsiao, 2023).

  • Inflamación en el sistema nervioso
    La activación de la microglía y el estrés oxidativo en el cerebro se han observado en autismo, reforzando la hipótesis de que la inflamación también impacta en procesos neuronales.

  • Eje intestino-cerebro
    Revisiones sistemáticas destacan que el desequilibrio intestinal puede amplificar problemas digestivos, de sueño y de conducta (Li et al., 2022).

  • Nuevas líneas de investigación
    Ensayos como el de Kang et al. (2019) con trasplante fecal han mostrado mejoras en síntomas gastrointestinales y conductuales, aunque todavía se consideran experimentales.

 Conclusión de la evidencia: la inflamación no causa autismo, pero sí puede influir en la intensidad de síntomas y en la calidad de vida. 

Formación autismo y alimentación Básico

Alimentación e inflamación en el autismo

 

La alimentación es una de las herramientas más accesibles para modular la inflamación crónica. No existen dietas mágicas, pero sí patrones alimentarios antiinflamatorios que pueden ayudar:

Alimentos que reducen la inflamación

  • Pescados azules ricos en omega-3.

  • Frutas y verduras de colores intensos (polifenoles, antioxidantes).

  • Legumbres y cereales integrales (fibra prebiótica para la microbiota).

  • Especias como cúrcuma o jengibre.

⚠️ Alimentos que favorecen la inflamación

  • Ultraprocesados ricos en azúcares y grasas trans.

  • Carnes procesadas en exceso.

  • Refrescos y bollería industrial.

 

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Lo que esto significa en la práctica

 

En la cocina adaptada al autismo, el objetivo no es restringir ni imponer, sino abrir la puerta a pequeñas adaptaciones que poco a poco construyan un patrón más equilibrado:

  • Transformar el pescado en formatos aceptados sensorialmente (albóndigas, hamburguesas caseras).

  • Variar las texturas de las verduras hasta encontrar las que funcionan (chips, cremas suaves, rallados en tortillas).

  • Cambiar snacks ultraprocesados por alternativas caseras nutritivas.

Conclusión

Los estudios coinciden: la inflamación crónica y los desequilibrios intestinales pueden agravar síntomas asociados al autismo, desde problemas digestivos hasta alteraciones de conducta, sueño o atención.

Y aquí viene lo esencial: cuando la alimentación no se aborda, el impacto no se queda en el plato. Afecta a la energía, a la conducta, al descanso y al bienestar familiar.

La buena noticia es que no se trata de soluciones extremas ni de dietas milagrosas, sino de una suma de pequeños cambios sostenibles en la mesa de cada día. Porque esa constancia silenciosa es la que realmente puede marcar la diferencia.

Recomendamos también leer nuestra entrada sobre la microbiota intestinal

Referencias

  1. Wang, L., Christophersen, C. T., Sorich, M. J., Gerber, J. P., Angley, M. T., & Conlon, M. A. (2022). Gut microbiota and neurodevelopmental outcomes: The role of short-chain fatty acids. Gut Microbes, 13(1), 180–194.

  2. Vuong, H. E., & Hsiao, E. Y. (2023). Emerging roles for the gut microbiome in autism spectrum disorder. Biological Psychiatry, 93(3), 209–219.

  3. Fattorusso, A., Di Genova, L., Dell’Isola, G. B., Mencaroni, E., & Esposito, S. (2020). Autism spectrum disorders and the gut microbiota. Nutrients, 12(2), 526.

  4. Kou, J., Guo, W., Tao, W., & Li, Y. (2021). Correlation of inflammatory cytokines with the severity of autism spectrum disorder: A meta-analysis. Journal of Autism and Developmental Disorders, 51(1), 1–15.

  5. Li, Q., Han, Y., Dy, A. B. C., & Hagerman, R. J. (2022). The gut-brain axis and its potential role in autism spectrum disorder: A systematic review. Frontiers in Neuroscience, 16, 867–883.

  6. Kang, D. W., Adams, J. B., Gregory, A. C., Borody, T. J., Chittick, L., Fasano, A., & Krajmalnik-Brown, R. (2019). Microbiota transfer therapy alters gut ecosystem and improves gastrointestinal and autism symptoms: an open-label study. Microbiome, 7, 10.

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